Para realizar este documental etnográfico sobre la vida en un pequeño pueblo, el director pasó trece años viviendo allí, como agricultor, realizando una intensa investigación y conduciendo miles de entrevistas. El resultado final prefiere el detalle al entretenimiento, se adentra en los mitos de los lugareños y forma la obra cumbre del director, entre lírica, épica y pedagógica. El punto y final a una determinada forma del cine documental japonés.