El guarda nocturno de la Torre Eiffel, después de una noche de trabajo, se encuentra París totalmente vacío; desconcertado, explora las calles y descubre algunas personas paralizadas como si se hubieran quedado congeladas. Poco después, encuentra a un grupo de viajeros procedentes de Marsella que han llegado en avión esa mañana. Juntos, prosiguen la vana búsqueda de individuos en movimiento.