Paula cumple treinta años. Para celebrarlo invita al pequeño Ignacio, un vecino que vive dos pisos más abajo. Tras apagar las velas de la tarta Ignacio le regala un precioso reloj. Ignacio se lo arrebata y quita el cristal de la esfera para ponérselo de monóculo en un ojo. Entonces Paula ve que una de las agujas ha desaparecido. Está clavada en su brazo.